martes, 28 de febrero de 2017

Resiliencia y factores protectores en menores infractores y en situación de calle

Norma Ivonne González-Arratia López Fuentes, José Luis Valdez Medina, Hans Oudhof van Barneveld y Sergio González Escobar.

Este estudio examina las características de resiliencia y su relación con algunos factores protectores, como hábitos de salud, autoestima, locus de control, enfrentamiento a los problemas y relaciones intrafamiliares en menores infractores y en situación de calle, con el propósito de identificar factores de personalidad con los que cuentan estos jóvenes para vivir bajo tales circunstancias. 

Se trabajó con una muestra de adolescentes que vivían en la calle, comparada con otro grupo de adolescentes que están en una escuela de readaptación de menores infractores, todos ellos del sexo masculino, de entre 11 y 23 años de edad.


Se considera a adolescentes en riesgo, a un menor que es infractor debido a que ha cometido algún tipo de delito, y en la otra, es un menor que hace de la calle su espacio de vida. Estos jóvenes son categorizados como grupos vulnerables.

Recuperado:
http://catrielinforma.com/wp-content/uploads/2013/09/jovenes-calle2.jpg
RESILIENCIA

Lo anterior lleva a pensar en la necesidad de estudiar a grupos de individuos que se encuentran en estas situaciones de riesgo, pero desde una perspectiva distinta, que es la resiliencia, la cual se enfoca en las capacidades, posibilidades, fortalezas y adaptación saludable, y provee un marco para que, más que centrarse en la patología, se estudien las condiciones que posibilitan un desarrollo más sano y positivo (Fiorentino, 2008).

En esta investigación se entiende que es el resultado de la combinación o interacción entre los atributos del individuo (internos) y los propios de su ambiente familiar, social y cultural (externos) que lo posibilitan para superar el riesgo y la adversidad de forma constructiva (González-Arratia, 2007).

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 http://cdn.ecoportal.net/var/ecoportalesl-ES/Resiliencia-Los-12-habitos-de-las-personas-resilientes.jpg
¿QUÉ ES UN FACTOR DE RIESGO?

Un factor de riesgo hace referencia a situaciones contextuales o personales que incrementan la probabilidad de desarrollar problemas emocionales, conductuales o de salud (Rutter, 1985, 1999). Fernández (2004) señala que identificar y reconocer los riesgos de un individuo, grupo o comunidad significa poder estimar la probabilidad de que se produzcan daños (Hein, 2004; Jessor; 1993). El enfoque de riesgo asume que entre mayor es el conocimiento acerca de los eventos negativos, mayor probabilidad hay de actuar sobre ellos anticipadamente para así evitarlos cambiando las condiciones que exponen a un individuo o un grupo a adquirir enfermedades o sufrir daños (Rutter, 1985, 1999).

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https://thumbs.dreamstime.com/z/corazn-factores-de-riesgo-62544704.jpg
FACTORES PROTECTORES

En cuanto a los factores protectores, estos son entendidos como las condiciones que impiden la aparición del riesgo, disminuyen la vulnerabilidad y favorecen la resistencia al daño. Se consideran como tales las fuerzas internas y externas que contribuyen a que la persona resista los efectos del riesgo, e implican variables genéticas, disposiciones personales y factores psicológicos, situacionales y sociales.

Dentro de los factores protectores considerados internos es posible distinguir variables tales como la autoestima, el locus de control, los estilos de afrontamiento y los hábitos de salud, que están presentes en las personas resilientes (Manciaux, 2003; Suárez, 1997; Wolin y Wolin, 1993). Entre los factores protectores externos o ambientales que promueven la resiliencia se destaca fundamentalmente la familia (Munist, Santos, Kotliarenco y cols., 1998).

Adolescentes de la calle

En México, se reporta un aumento de menores en la calle en los últimos años. La UNICEF, México y el Gobierno de la Ciudad de México registraron en el periodo de 1992 a 1995 a 13,373 menores que vivían o trabajaban en la calle, con un índice anual de crecimiento de 6.6 %. Los sistemas asistenciales, como el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), en el año 2000 tenía censados a 43,797 niños en la calle en todo el país.

Dentro de los factores protectores considerados internos es posible distinguir variables tales como la autoestima, el locus de control, los estilos de afrontamiento y los hábitos de salud, que están presentes en las personas resilientes (Manciaux, 2003; Suárez, 1997; Wolin y Wolin, 1993). Entre los factores protectores externos o ambientales que promueven la resiliencia se destaca fundamentalmente la familia (Munist, Santos, Kotliarenco y cols., 1998).

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http://www.elpuntocritico.com/images/fotos2015/0415/infractores.jpg

Adolescentes infractores

En 2005, específicamente en el Estado de México, 12.2% de los infractores era varones adolescentes. Asimismo, las estadísticas judiciales en materia penal reportan una cifra de 10,640 sentenciados y registrados en los juzgados federal y de primera instancia en el año de 2009, así como un total de 2,326 procesados de entre 18 y 19 años de edad (INEGI, 2011).

Considerando que existen factores de riesgo y protección que actúan simultáneamente en el desarrollo de los jóvenes en estas condiciones, lo que hace que algunos sean más vulnerables que otros (Paludo y Koller 2005), cabe preguntarse acerca de la resiliencia en una muestra de jóvenes mexicanos que viven en la calle y de jóvenes que se encuentran internados en un centro de readaptación social.

RESULTADOS

En el caso de los jóvenes infractores, se encontró un elevado índice de consumo de alcohol y tabaco, lo que puede explicarse debido a que el consumo de drogas y alcohol ha tenido un considerable incremento en esta institución de readaptación social.

Los adolescentes que muestran un nivel bajo de resiliencia manifiestan mayor devaluación social, requieren cubrir mayores expectativas sociales y muestran más aspectos negativos en su autoestima y seguridad.

Los jóvenes de la calle consideran como uno de sus recursos psicológicos la unión y expresión (relaciones intrafamiliares) en mayor medida. Este hecho indica una diferencia importante entre las situaciones de riesgo; a pesar de que no cuentan con el vínculo familiar, desarrollan fuertes lazos de amistad y los amigos pasan a ser como una familia y una forma de ampliar su red de apoyo, alejándose así del sentimiento de abandono y soledad vividos (cfr. Munist y cols., 2007; Neiva-Silva y Koller, 2007).

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Los menores infractores muestran puntajes menores en las dimensiones de unión, expresión y aspectos positivos de la familia, lo que posiblemente se relaciona también con el papel que puede desempeñar la familia en la delincuencia. La desorganización familiar y la falta de comunicación entre padres e hijos son elementos que potencialmente se relacionan con la delincuencia juvenil, al menos en México. Así, las condiciones desfavorables o adversas en el hogar pueden llevar incluso a que la familia funcione como un factor criminógeno.

El estudio evidenció diferencias estadísticamente significativas entre los participantes con altas puntuaciones en resiliencia, quienes mostraron relaciones intrafamiliares más favorables (unión y expresión) y locus de control interno, mientras que el grupo con baja resiliencia presentó menor autoestima, mientras que una menor resiliencia se asocia con mayor inseguridad, devaluación, expectativas sociales y aspectos negativos de la autoestima.

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viernes, 24 de febrero de 2017

Caracteristicas de niños en riesgo y no riesgo



Ivonne Gonzalez Arratia. L.F., José Luis Valdez Medina, Alejandra Domínguez Espinosa, Joaquin Palomae Lever, Sergio González Escobar. 


En éste artículo se presenta una investigación para conocer si existían diferencias en niños que viven en familia y niños huérfanos, en variables psicológicas tales como: Autoestima, Locus de control, Enfrentamiento a los problemas de la vida, Funciones del Yo y Relaciones intrafamiliares, para lo cual se trabajó con una muestra compuesta por 355 niños de ambos sexos que viven en familia (200) y en situación de orfandad (155)  entre 9 y 14 años de edad de la ciudad de Toluca, México.

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http://4.bp.blogspot.com/-uQX7mkva1aE/QMj5I0/s1600/grupo+de+ni%C3%B1os.jpg
Resultados

Los niños que viven en familia muestran un Locus de control interno y más aspectos positivos de la autoestima (familia y escuela). Esto es que el grupo de niños que viven en familia perciben tener el control de las situaciones y una mejor evaluación e imagen de sí mismos.

Se ha observado que los niños huérfanos crecen con esa constante necesidad de ser queridos, de sentirse parte de un ambiente, de ser aceptados por un grupo y de poder expresar sus sentimientos de enojo y agresión; no encuentran la manera de hacerlo, terminando en el refugio de la soledad o en la adhesión a grupos antisociales.

Recuperado de:
http://www.opinion.com.bo/opinion/suplementos_fotos/2016/0324/230

Al hablar de Autoestima y Locus de control, estas diferencias conductuales están relacionadas con la forma en que los individuos enfrentan su medio ambiente, considerándose que los individuos orientados internamente (niños que viven en familia), confían más en sus habilidades y sienten que son capaces de modificar algunas situaciones del medio ambiente; en cambio, los individuos orientados externamente (en este caso niños de albergues), confiarán más en la suerte, el destino o el poder de otros, lo cual estaría mostrando que el hecho de vivir en familia propicia o es un elemento favorecedor para que los niños desarrollen habilidades para enfrentar los problemas.

De esta forma, los niños de albergue (de alto y bajo riesgo) presentan baja autoestima, locus de control externo, enfrentamiento a problemas en la vida de tipo emocional negativo y evasivo, dificultad en las relaciones intrafamiliares y mayor adaptación del Yo.

Recuperado de:
http://www.imagenesdedibujos.com/wp-content/uploads/2015/12/imagenes-de-la-familia-en-dibujos-infantiles.jpg

Si te interesa leer todo el artículo completo, te invitamos a entrar a la siguiente página: http://www.redalyc.org/pdf/1471/147117608006.pdf

martes, 21 de febrero de 2017

Tipos de miedo más frecuentes en niños

Valdez Medina, José Luis; Álvarez González, Arely Marlen; González Gómez Tagle, Diana; González Arratia López Fuentes, Norma Ivonne; González Escobar, Sergio.


El objetivo de esta investigación fue identificar los principales tipos de miedos que se presentan en los niños de primaria, se evaluaron 300 participantes de la ciudad de Toluca, de quinto y sexto grado, repartidos equitativamente por sexo.

Recuperado de:
https://educacionesuruguay.files.wordpress.com/2013/08/0010145550z-849x565.jpg
Así, hay autores (Manoni, 1984; Ostrosky, 2000) que indican que hay emociones agradables, como la alegría, el orgullo, la felicidad y el amor; y otras, que se catalogan como desagradables, entre las que se encuentran el dolor, la vergüenza, el miedo, el descontento, la culpabilidad, la cólera y la tristeza. De estas, se ha encontrado que el miedo es un mecanismo de defensa básico, que a pesar de ser muy complejo, está compuesto fundamentalmente por un sentimiento emocional y una serie de cambios corporales (Whitehead, 1994).

El miedo es la emoción central del comportamiento que se manifiesta como una constante de vida, ya que se presenta de manera invariable como parte del repertorio conductual instintivo y aprendido de las más diversas especies.

Ya que cualquier especie o miembro de la misma que fuera incapaz de experimentar miedo ante la presencia de alguna amenaza o peligro inminente, correría el riesgo de no reaccionar a tiempo y extinguirse o morir con más facilidad que otros seres que sí pudieran detectar las situaciones de peligro que les rodean y que producen algún nivel y tipo de miedo (Sassaroli & Lorenzini, 2000; Valdez, 2009).

Esto es debido a que el miedo cumple con una función adaptativa de importancia trascendental para lograr la sobrevivencia y permanencia de todas y cada una de las especies que permanecen vivas en el planeta (Lutz, 1988; Méndez, 1999; Sánchez, 2006; Valdez, 2009).


Recuperado de: https://john.do/wp-content/uploads/2013/04/fear.jpeg

El miedo cumple con dos funciones importantes. La primera consiste en actuar como señal de alarma que indica al organismo que hay algo que le amenaza, que le alteró el equilibrio o la estabilidad en la que se encontraba. La segunda es que el miedo funciona como una señal que informa al organismo que es necesario actuar o hacer algo, sea para encontrar y adaptarse a una nueva situación de estabilidad o de auto-organización, en donde se tenga el menor desgaste, es decir, que guía al organismo para tratar de ubicarse y adaptarse dentro de una nueva situación de paz o equilibrio (Valdez, 2009).

RESULTADOS

De esta forma, se encontró que para los niños, los miedos más frecuentes conllevan situaciones de rechazo, abandono familiar, posibilidad de morir, castigo o agresión física y por último la falta de libertad.

Con respecto a la comparación por sexo, se determinó que las mujeres presentan mayor miedo que los hombres. Se muestra que las mujeres tienen mayor número de miedos relacionados con la categoría de miedo o enfermedad (la oscuridad, los payasos, al dolor, los accidentes, a los extraños y a las alturas); con la soledad, abandono o rechazo (perderse, al silencio, a equivocarse y a ser esclava); con las carencias y necesidades (que se peleen sus padres y perder dinero); con el castigo o venganza (que las regañen y las golpeen); con la pérdida de la libertad (a un secuestro, a los roba-chicos y la falta de libertad). En contraste con las mujeres, los hombres tienen más miedos relacionados con la soledad, abandono o rechazo (romper relaciones) y con la pérdida de la libertad (a ir a la escuela).

Se tuvo una tendencia en los resultados, en la cual se observa que a mayor edad, las personas tienden a reportar menor cantidad de miedos.



Si quieres leer el articulo completo, te invitamos a dar click aquí: http://www.redalyc.org/pdf/1339/133915936006.pdf

Y, también si te interesa saber más acerca del miedo, te invitamos a ver el siguiente vídeo: 




martes, 7 de febrero de 2017

Autoconcepto en niños: El papel del maltrato infantil

Morelato, Gabriela; Maddio, Silvina; Valdéz Medina, José Luis


En este trabajo se evaluaron y compararon características del autoconcepto entre niños víctimas de maltrato y niños sin esta característica. La muestra estuvo conformada por 185 escolares argentinos entre 7 y 12 años (91 niños/as víctimas de maltrato y 94 escolares no maltratados). Se administró el Cuestionario de Autoconcepto (Valdéz Medina, 1994).

AUTOCONCEPTO

El autoconcepto o teoría del yo, es un conjunto de conceptos o creencias por medio de las cuales es posible describirse a sí mismo desde distintos roles y aspectos de la vida. Se va construyendo desde muy temprana infancia, a partir de las observaciones y experiencias y de los resultados de las interacciones a modo de feedback informativo (Rodríguez e Ison, 1998).

Las relaciones sociales en la infancia permiten la adquisición progresiva de una serie de capacidades y competencias fundamentales para el logro de una autopercepción satisfactoria y un adecuado funcionamiento global (Morelato e Ison, 2002).
Recuperado de:
https://puserscontentstorage.blob/d1ebf8fe-9451-4d0d-a2e2-b3c80e6da046image9.jpeg


AUTOCONCEPTO Y MALTRATO INFANTIL

El maltrato infantil es una problemática muy grave cuyas consecuencias afectan el ajuste emocional, social y conductual de los niños que lo sufren. Estas dificultades se manifiestan en la regulación emocional, el establecimiento de un apego seguro y el desarrollo de un sí mismo integrado (Cicchetti & Lynch, 1993; Cicchetti & Rogosch, 1997).

Es de destacar que los niños maltratados presentan indicadores y manifiestan diversos comportamientos significativos, los cuales no son determinantes del maltrato en forma aislada pero asociados poseen un importante valor diagnóstico. Entre ellos puede señalarse el miedo o desconfianza aparentemente injustificada hacia las personas adultas, la tendencia a la soledad o aislamiento, los trastornos de conducta tanto por agresión como por inhibición y la inquietud desmedida o hiperactividad.

Recuperado de: 
https://thelaststraw.files.wordpress.com/2006/11/abused-sad-child.jpg
Asimismo en el ámbito escolar los niños maltratados suelen presentar ausencias injustificadas y repetidas, rechazo para abandonar la escuela, desinterés en los trabajos escolares, fácil adaptación al inicio de la escolarización, llamado de atención a través de su conducta, inesperados cambios en el rendimiento, demostraciones excesivas de afecto y/o búsqueda constante de un adulto para ayudar, agradar o complacer (Martínez Roig y De Paúl Ochotorena, 1993; Arruabuarrena y De Paúl, 2001).








RESULTADOS

Se observó que en el autoconcepto real los niños víctimas de maltrato se sintieron significativamente más románticos, inquietos, simpáticos y rebeldes en comparación con los niños que no presentaban esta problemática. En el autoconcepto ideal los niños víctimas de maltrato se sintieron significativamente más activos y simpáticos.

Los comportamientos más típicos suelen ser por un lado, mostrarse excesivamente obedientes, o por el contrario adoptar el personaje de “niño malo” justificando así los castigos que reciben.
Los resultados también señalan que los niños víctimas de maltrato se sintieron significativamente más románticos y simpáticos, ambas características afectivas, que los niños que no fueron maltratados.
Esto se relaciona con la necesidad de ser agradables, caer bien a la gente y tener un trato cordial con las otras personas, lo cual genera un alto beneficio social que redunda en aparecer como un individuo querido por los demás.

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Es posible pensar que el percibirse como “románticos y simpáticos” se incremente en el grupo de niños maltratados debido a las carencias emocionales y a su necesidad de buscar afecto y agradar a los demás (Martínez Roig y De Paúl Ochotorena, 1993; Arruabuarrena y De Paul, 2001).

Finalmente, los niños no maltratados se percibieron más exigentes, tanto en los aspectos reales como en los ideales. Dado que las autopercepciones positivas posibilitarían ser más perseverantes en el logro de tareas (Maddio, 2008), se sostiene que al no estar inmersos en una problemática familiar tan grave, los niños no maltratados podrían tener más libertad para demandar sus necesidades a los adultos y menor temor para enfrentarlos.

RECOMENDACIONES

Partiendo de los resultados hallados en el presente estudio y sumado a lo señalado previamente, se considera que será importante trabajar en el fortalecimiento del autoconcepto en los niños víctimas de maltrato, enfocándose especialmente en los aspectos vinculados a la percepción negativa que muchos niños poseen de sí mismos y en las modalidades de expresión de sus emociones -área asociada a las necesidades de apoyo afectivo -dadas las dificultades en la regulación emocional que suelen presentar los niños maltratados (Cichetti & Lynch, 1993).

Para ello, es necesario un enfoque global que incluya aspectos individuales, familiares, médicos, sociales y judiciales. Un programa de intervención en este ámbito puede orientarse tanto a acciones de prevención primaria, es decir dirigidas a conocer las causas y condiciones que favorecen el maltrato; como a acciones de prevención secundarias, es decir aquellas que enfocadas a la detección y tratamiento precoz del maltrato; o terciarias las cuales reducen la proporción y la gravedad de las secuelas (Barudy, 1998).

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Si quieres leer el artículo completo, puedes consultarlo en este link: 

viernes, 3 de febrero de 2017

Resiliencia en madres e hijos con cáncer.

Norma Ivonne González-Arratia, Dalia Nieto y José Luis Valdez


El objetivo de esta investigación fue identificar las características de resiliencia entre madres y sus respectivos hijos estos últimos que tienen diagnóstico de cáncer, así como conocer el grado de relación entre ambos, para esto se contó con la participación de 60 individuos, de los cuales 30 son niños diagnosticados con cáncer, de ambos sexos, entre 8 y 17 años de edad, y los restantes 30 participantes corresponden a sus respectivas madres, con una edad entre 28 y 60 años.

Se aplicaron dos medidas de resiliencia, el cuestionario de resiliencia para niños y la escala de resiliencia (fuerza y seguridad personal para adultos).

Recuperado de:
https://s-media-cache-ak0.pinimg.com/originals/9d/ed/8c/9ded8c4d7dcf3a3fb9ca01d474a21862.jpg
















El término resiliencia surge para dar una explicación de casos en donde se ha observado que algunos seres humanos logran superar condiciones severamente adversas y que, inclusive, logran transformarlas en una ventaja o un estímulo para su desarrollo bio-psico-social.
Para esta investigación resiliencia se define como el resultado de la combinación y/o interacción entre los atributos del individuo (internos) y su ambiente familiar, social y cultural (externos) que lo posibilitan a superar el riesgo y la adversidad de forma constructiva.



Recuperado de:
 http://smalltoday.com/wp-content/uploads/2015/07/resilience.jpg
En México, el cáncer es la segunda causa más frecuente de mortalidad infantil en niños con edades entre 1 a 14 años.
Se asume que el cáncer infantil es una experiencia traumática tanto para los niños como para sus familias, debido a las numerosas situaciones a las que tienen que enfrentarse en el transcurso de la enfermedad ya que representa una amenaza para la vida o integridad física.

Recuperado de:
http://cdn.ntrzacatecas.com/archivos/2015/10/cancer-infantil.jpg

RESULTADOS 

Los resultados indican alta resiliencia en los niños en las tres dimensiones (factores protectores internos, externos y empatía). La resiliencia materna muestra ser alta en la dimensión altruismo, seguida de un nivel de resiliencia moderada en las dimensiones de: autoestima, familia, seguridad y afiliación. Se encontró una asociación entre la resiliencia del niño (empatía) y de su madre (seguridad).

Se concluye que la familia es un factor de protección indispensable para favorecer el desarrollo de la resiliencia infantil, y el rol especialmente de la madre es necesario cuando se trata de niño con cáncer. Se sugiere que los pacientes, familiares y profesionales se integren a fin de incentivar el óptimo desarrollo de niño e ir más allá de sólo el tratamiento médico.


Recuperada de: http://cdn.20m.es/img/2007/04/18/584703.jpg

Si quieres leer el artículo completo puedes entrar a ésta página: https://revistas.ucm.es/index.php/PSIC/article/viewFile/PSIC1111120113A/35037

También si te interesa conocer más acerca de la calidad de vida en personas con cáncer, te invitamos a ver el siguiente vídeo, donde se entrevisto a la Dra. Jovita Ocampo Contreras. 



miércoles, 1 de febrero de 2017

Los tipos de miedo prevalentes por generación y por sexo

José Luis Valdez Medina, Ivonne López Romero, Olivia Torres Aristeo, Mario Piña Monroy, Norma Ivonne González Arratia López Fuentes y Mario Ulises Maya Martínez 

Universidad Autónoma del Estado de México Universidad Xochicalco, 
Ensenada, Baja California México 


El objetivo de la presente investigación fue identificar los miedos más frecuentes en niños, adolescentes y adultos, por sexo. Se trabajó con 210 participantes, repartidos equitativamente, la edad promedio es de 11 años en niños, 15 en adolescentes y 45 en adultos.

Los miedos del pasado en las tres generaciones giran en torno a la oscuridad, a los animales, a los seres imaginarios, a las figuras de autoridad, a la soledad, a situaciones escolares, ante algún accidente y a la muerte propia y de seres queridos.

El miedo es una emoción universal, ya que la evidencia empírica muestra que todos los seres vivos comparten la experiencia de sufrirlo (Rodríguez, 1999). El término proviene del latín metus, y se define como una emoción que puede alcanzar gran intensidad y que deviene cuando el individuo se percata de un factor amenazante tanto físico como mental, emocional o social, que lo hará reaccionar de forma auto-defensiva, a través de una serie de cambios fisiológicos (Calles, 2004).

Es la reacción, respuesta o conducta que tiene el organismo, para intentar restablecer el estado de paz (equilibrio, homeostasis, tranquilidad), que está a punto de perderse o que ya se ha perdido, y que provoca que la persona se altere física y psicosocioculturalmente (Valdez Medina, 2009). Para el psicoanálisis es el efecto de un trauma infantil no resuelto, para el conductismo es una forma de aprendizaje y condicionamiento, para la terapia familiar es el producto de un mal funcionamiento de las relaciones familiares, y para la postura cognoscitivista es una forma de reacción a las modalidades de unión y separación (Nardone, 1997).
Recuperado de https://www.entrepreneur.com/article/266428
De acuerdo con la teoría de la paz o equilibrio (Valdez Medina, 2009), el miedo es el motor fundamental de la conducta. De él provienen cada una de las respuestas que todo organismo emite para intentar ubicarse en una nueva situación de paz o equilibrio, debido a que en la vida todo es transformación y cambio, todo se mueve hacia adelante. Concibe la existencia de cuatro tipos de miedos, biológicos y psicosocioculturales: la muerte o enfermedad; soledad o abandono; carencias o necesidades y castigo o venganza.

RESULTADOS
De acuerdo con los resultados obtenidos en la presente investigación y a partir de una análisis por jueces expertos con un 75% de acuerdo, todos los miedos de niños, adolescentes y adultos corresponden a los establecidos en la tipificación de miedo de la teoría de la paz o equilibrio de Valdez Medina (2009): muerte o enfermedad, soledad o abandono, carencia o necesidad, y castigo o venganza. 

Recuperado de https://www.entrepreneur.com/article/266428 


Los resultados permiten apreciar que a lo que temían en el pasado los niños y las niñas era a los animales, a la oscuridad, a los seres imaginarios (como brujas, fantasmas, monstruos, coco, duendes), a las figuras de autoridad y a la soledad. Con lo que respecta a los miedos del presente en niños y niñas, estos son originados por los animales, la oscuridad, los seres imaginarios, las películas de terror, la soledad, las cuestiones escolares, las figuras de autoridad y las expectativas del futuro.

En el caso de los adolescentes se encontró que lo que en el pasado les provocaba miedo eran la oscuridad, los animales, los seres imaginarios, los payasos, la muerte propia y de la familia, así como la soledad, el no aprobar en la Revista Electrónica de Psicología Iztacala escuela, las figuras de autoridad y cuestiones relacionadas con carencias y/o necesidades.  En la época actual los adolescentes hombres y mujeres viven la emoción del miedo ante amenazas como los animales, la oscuridad, la muerte propia y de la familia, la posibilidad de estar solos, el no aprobar en la escuela, ante la presencia. Los aspectos del futuro que provocan miedo en adolescentes son la guerra, la delincuencia, la destrucción del ambiente, la muerte de la familia y la soledad, así como el fracaso personal y la posibilidad de evitar las carencias y satisfacer necesidades.

Para los adultos aquellas amenazas que provocaban miedo se resumen en lo relacionado con los animales, la oscuridad, la posibilidad personal y familiar de llegar a la muerte, los seres imaginarios, las figuras de autoridad y los regaños.  El futuro también es motivo de miedo para los adultos, quienes experimentan la emoción ante situaciones o procesos como la enfermedad, la vejez, la muerte de la familia, el desempleo y el destino de los miembros del hogar.

DISCUSIÓN

El reconocimiento y el ser respetado marca a las personas y produce una interacción entre el organismo y el ambiente (Maslow, 1979). En la etapa adulta, hombres y mujeres buscan cumplir con el patrón que les ha sido asignado psicosocioculturalmente, de ahí que experimenten diversos tipos de miedo.

En palabras del autor se le teme a la muerte (a perderte a ti mismo) y a todos aquellos eventos o procesos de deterioro que acercan a ella, como la enfermedad, los accidentes, la soledad, el abandono, el rechazo, el castigo y la carencia. Temores que coinciden con los resultados obtenidos en esta investigación, y que corroboran la existencia de miedos biológicos y psicosocioculturales.

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